Uf!
Cada vez que se agachaba le crujía toda la espalda, parecía un acordeón roto, oxidado, perdiendo la capacidad de emitir notas afinadas...
Cuando caminaba, las aceras se hacían más estrechas, sus tobillos iban doblándose más y más, acercándose a la tierra.
Si respiraba, daba la sensación de que un cochecito se le había incrustado en los pulmones y se mezclaba con el ronroneo de todos los gatos que quiso tener.
Era precioso ver como reía, ahuyentaba a la enfermedad más arraigada de este siglo, la soledad que nace del individualismo, de la desconfianza; la que vacía todo corazón, lo inmoviliza y deja a todos sus latidos inertes...
Reía y parecía que la armonía era la complicidad de su felicidad, que la paz brillaba en todas las marcas del tiempo, y al fin y al cabo, dejaba ver un alma sin arrugas, con cicatrices aprendidasy adornadas de amor...
:)
martes, diciembre 12, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Estoy contigo en que la enfermedad de este siglo es la Soledad, además de los dolores de espalda, jajajaja.Pero la más cruel sin duda es la primera, estar rodeada de gente, y sentir que estás sola... Gracias por estar ahí wapetona ;) M gustaría que estuvieras un pokitín más cerca...
Publicar un comentario